
Texto y fotos de Gustavo Bravo Govea
Presentación editorial del Premio Estatal de Cuento Ricardo Garibay 2023
El 1 de septiembre de 2024, durante las actividades de la 38ª edición de la Feria Universitaria del Libro, tuvo lugar la presentación editorial del Premio Estatal de Cuento “Ricardo Garibay” 2023: No se puede adivinar el futuro, de Aída Padilla, junto con Ilallalí Hernández, la primera persona en ganar dicho premio en 2006 con la antología El recorrido por la mansión del Conde, donde se descubren los sorprendentes secretos de esta figura y que no aparece en los libros de historia y otros cuentos mundanos.
Dos autoras en aparentes momentos opuestos de su etapa creativa, por un lado, Ilallalí con una larga carrera como autora y editora y por el otro Aída quien presenta su primer libro. La primera vez que Ilallalí leyó los cuentos de Aída fue como jurado del premio Ricardo Garibay junto a Claudina Domingo y Ovidio Ríos.
Para la autora de Lecciones de gramática para escribir una nota suicida su lenguaje está cargado de simbolismos y dobles lecturas que cruzan el umbral entre lo real y lo fantástico. Aída no solo narra historias: construye universos sensoriales, escenarios envolventes donde va poniendo cosas inofensivas hasta que la rutina y, de pronto, algo ocurre que trastoca de manera muy sutil. Y es en esa sutileza donde se encuentra la fuerza de sus relatos. En cada uno de estos nueve cuentos van ocurriendo transformaciones perturbadoras en lo íntimo de los personajes. La autora retoma ciertos elementos kafkianos, pero también dialoga con lo mejor del realismo mágico latinoamericano, sin caer en imitaciones.
Por su parte, Aída mencionó que estos cuentos encapsulan las obsesiones de su vida: «Yo creo que todas las personas que escriben tienen ciertas obsesiones. En mi caso, la infinitud, la muerte de los seres queridos, cómo se deterioran con el paso del tiempo, todo lo que está ligado a los sueños, lo onírico. Pensar que en la vida me estoy perdiendo un montón de cosas interesantes.”
Explicó que el tema de la ambigüedad tiene que ver con el título de su primer libro en solitario. Debido a una convicción muy personal lo defendió de colegas y amigos, quienes le sugirieron que lo cambiara porque, según ellos, “no iba a pegar”.
También señaló que al enviar un texto a concursos hay que ser muy resiliente, pues uno se enfrenta a muchas vicisitudes. Puede no gustarle a un jurado, y eso no tiene nada que ver con el valor de la obra. A veces se gana por casualidad. Simplemente hay que aprovechar esa coincidencia del destino para seguir escribiendo y publicando.
Por ese lado, habló de las cosas buenas que conlleva ganar un premio literario, como el hecho de que con el posicionamiento es más fácil acceder a otros estímulos. En cuanto a lo negativo, mencionó el miedo a no volver a publicar o a que el libro no guste tanto. Ilallalí le comentó que, gracias a Dios no se puede adivinar el futuro y eso quiere decir que todo está abierto.
“Tratándose de un premio estatal puede parecer el fin y no el inicio y justo no tiene que ser el fin. Yo creo que sí es una forma de demostrar que vas por buen camino, que de aquí es para adelante. Pero si crees que esto es todo, pues sí te puedes quedar ahí y ya. Yo creo que, aunque no se pueda adivinar el futuro, si vas a lograrlo, porque estás tomando justo las letras con la seriedad que se requiere.”
Ambas autoras coincidieron en que los primeros libros dan algo de vergüenza. A su parecer, está muy bien que esos “hijos” den un poco de pena, porque los primeros libros están muy lejos de los objetivos estéticos.
“Si no nos diera un poco de pena, pues tal vez ya sería el fin. Este niño imperfecto es solo el motorcito que nos va a ayudar a que el segundo sea mejor.”