Texto y fotos por: Gustavo Bravo

Durante las actividades de la 25ª Feria del Libro Infantil y Juvenil Hidalgo 2025, se realizó la presentación editorial de Cuadro azul sobre fondo de nada, Premio Nacional de Poesía Rodulfo Figueroa 2024, de Luis Arístides Rodríguez Solís, en compañía de Jorge Gutiérrez Reyna, doctor en Letras por la Universidad Nacional Autónoma de México.
Para empezar, el doctor Gutiérrez Reyna describió el poemario como hipnótico e impredecible, ya que no le pareció sencillo encontrar regularidades para hablar de él. En su opinión, el título evoca algunos de los ingredientes principales con los que está “cocinado”. De manera que el aspecto del cuadro y del azul anuncian que el diálogo que se va a entablar desde el libro es con el arte de la pintura:
Creo que Arístides ha concebido casi todos los poemas de la misma forma en que un pintor concebiría un cuadro. Es decir, pensando en los colores, en las atmósferas y en la composición y distribución de las imágenes sobre un lienzo. Y en sus poemas a mí me queda muy claro de qué color es cada uno, siendo el azul y el rojo los que más predominan.
También mencionó que encuentra hermoso que el poemario abra y cierre con la misma imagen de un piano flotando sobre las aguas. En el primer poema, que da título al libro, Arístides, evoca a un anciano Katsushika Hokusai, pintor japonés que decía que debían pasar 110 años para que pudiera considerarse así mismo un experto en la pintura. Para Arístides, si Hokusai realmente hubiera llegado a ese punto, habría pintado simplemente un cuadro azul, mientras en el horizonte de un mar arrepentido, un piano negro va sonando su música de espuma. El último poema, parte de una anécdota real relacionada con el músico y compositor japonés Ryūichi Sakamoto, quien sabiendo que pronto moriría, decidió grabar un disco con el piano que había sido dañado por un tsunami.
Para el doctor Gutiérrez Reyna, el piano y el agua, el azul y el sonido, muestran que el diálogo de este libro no es solo con la pintura, sino también con la música. A su parecer, toda poesía valiosa siempre tiene que dialogar con estas dos artes, porque de algún modo los poetas se encargan de pintar imágenes en la mente de los lectores. Además, un poema es también una partitura que uno lee en voz alta, con el instrumento musical de la propia voz, y cada verso es un compás.

En relación a que en Cuadro azul sobre fondo de nada hay varios poemas que no están dichos por Arístides, sino por otras figuras como Hokusai, Gilberto Owen y Leonardo da Vinci, Gutiérrez Reyna opinó que esto contradice que el poema por fuerza es la expresión subjetiva del yo:
Aquí está la palabra, pero yo no. Este es el juego que técnicamente podemos llamar el monólogo dramático, que es cuando uno, como poeta, finge ser otro en un poema y un otro que existe. Es una forma de dejar de ser uno mismo para decir cosas que uno tiene que decir y que solo puede decir gracias a esa máscara que se pone.
Al respecto, Arístides comentó que este ejercicio de la máscara le funciona para hablar incluso más de sí mismo. De acuerdo con Gutiérrez Reyna, el libro combina esta despersonalización o ficción del yo, con poemas abiertamente confesionales, donde es imposible no percibir al yo lírico identificable con Arístides, aunque no se le conozca personalmente.
Otro aspecto señalado por Gutiérrez Reyna es la presencia de los animales. Para él, en el libro hay dos tipos: los animales en sí mismos, en lo que llama eco poemas, y los animales que funcionan como símbolo de otra cosa. Por ejemplo, un pulpo que es una metáfora del dolor de espalda, unos perros rojos que surgen con el amanecer, así como unos gatos que duermen las siestas en sus hamacas de sol. Para esto, Arístides añadió que le obsesiona escribir sobre animales, y que la figura del pulpo lo fascinó durante mucho tiempo.
Finalmente, Arístides explicó que el hilo invisible que une todas las piezas de su poemario es el misterio:Cristian Peña me dijo que ese misterio es una búsqueda, y esa búsqueda es el hilo conductor de mi libro. Y es que no es que sea algo que no encontré, sino es más bien ese tejido de preguntas presentes en todos los poemas, que de algún modo u otro se enlazan y son de la misma naturaleza. Y tiene que ver precisamente con esa distancia conmigo mismo.







