
Por: Gustavo Bravo Govea
El 4 de septiembre de 2025, durante las actividades de la 38ª edición de la Feria Universitaria del Libro, se presentó la antología de cuentos No hay fotos de aquella noche, de Gabriel Rodríguez Liceaga, escritor con más de 25 años de experiencia. El autor estuvo acompañado por Salomón Morales Olvera, subdirector de programación de SUMA TV UAEH.
En primer lugar, Salomón comentó las cualidades del libro, entre las que mencionó lo bien que Gabriel retrata lo que acontece en nuestra sociedad postmoderna con un lenguaje fresco que engancha con el lector.
Estos quince cuentos en verdad son divertidos, pero no solo en el punto caricaturesco de que te hagan la risa fácil, sino una reflexión. Hay una sátira, hay una visión de la condición humana y de lo que nos hace humanos.

Por lo mismo, afirmó que Rodríguez Liceaga, poco a poco se está convirtiendo en una de las voces importantes de nuestra literatura, si no es que ya lo es.
Por su parte, Gabriel expresó la alegría que le daba presentar su obra rodeado de fotos de Jorge Ibargüengoitia, a quien llamó “el santo patrón de la carcajada de la literatura mexicana”, y reconoció que de alguna manera su trabajo literario siempre ha estado influenciado por él.
Respecto al título No hay fotos de aquella noche, dijo que vivimos en un mundo vertiginoso donde todos tenemos más de 4000 fotos en el celular, y si acaso unas 20 de momentos perdurables. A su parecer, el que no haya fotos de un evento ya implica una renuncia moderna:
Cada escritor tiene la responsabilidad de hablar de sus tiempos, de lo que sentimos en este momento. Y vivimos ahorita tiempos muy vertiginosos, porque hay un vértigo de información en el que estamos inmersos. El mundo no está hecho para que leamos. Nos hemos vuelto desatentos, nos cuesta más trabajo concentrarnos, la palabra escrita entra de una forma distinta.

Rodríguez Liceaga definió al cuento como algo que se lee en una sentada y se recuerda de por vida. Explicó que escribe pensando en un prisma frente a una situación, el cual devuelve en cada una de sus caras un áAngulo diferente. De manera que, para él, hay muchas posibilidades de dónde contar una historia, y lo que tiene que hacer uno como escritor es elegir el fragmento con el que se sienta más cómodo:
Escribir es decidir qué del todo puedo interpretar en palabra escrita, traducirlo en lo que soy. Creo que los escritores vemos una nube en el cielo y tenemos esta idea vanidosa de que podemos narrarla mejor de lo que es. En esto hay una vanidad curiosa, pero también nos habla de que hay que traducir el mundo en palabras.
También comentó que cree que hay una campaña en contra del cuento proveniente de Europa, porque como ellos no saben escribir cuento, es un género al que han hecho menos. Además, señaló que las editoriales grandes también copian estas modas de que el cuento no se vende, no se lee. Él por el contrario, cree que el cuento es una entidad viva que hay que seguir explorando:
Cuando he buscado publicar en Europa o España siempre dicen: cuento no. Pero de repente es porque son huevones, como el cuento exige una serie de estructuras muy estrictas, escribir un cuento bien logrado es más difícil que una novela y un cuento tiene que ser una cuestión sólida.

En ese sentido, mencionó que publicaciones como la suya, la cual es respaldada por una editorial grande como lo es Trillas, le hace pensar que en realidad la batalla es interna y que en México debemos seguir leyendo y publicando cuentos.
Finalmente, aconsejó a quienes quieren escribir o hacer cualquier disciplina artística que lo hagan, pues considera que vivimos tiempos muy complicados, en los que existe un miedo a que la inteligencia artificial nos supla y pareciera que escribir es perder el tiempo:
Este contexto de ciencia ficción deslavada es el mejor para crear. Es el momento de los héroes. Cuando todo está en contra, el héroe no es el que salva la situación como Hollywood nos ha educado, sino aquel que está en contra de su tiempo. Estar ahorita en contra de estos tiempos es lo que yo trato de hacer con mi trabajo literario. Y les juro que es una forma de garantizar alegrías posteriores: llegar un poco más feliz al destino final.