
¿Por qué es importante la fantasía en lxs niñxs? La pregunta, que parece simple, nos lleva al corazón mismo de la pedagogía, la literatura y el desarrollo humano. En un mundo cada vez más orientado hacia la productividad, la tecnología y la inmediatez, defender la fantasía infantil es defender un modo de ser en el mundo profundamente humano, creativo y libre. Desde diversas corrientes pedagógicas como la propuesta de Rudolf Steiner y la educación Waldorf, pasando por la pedagogía Montessori y la escuela activa, se coincide en un punto central: la fantasía no es una evasión, sino una forma esencial de comprensión.
Steiner y la fantasía como vía hacia lo espiritual
Rudolf Steiner, fundador de la pedagogía Waldorf, veía la infancia como una etapa sagrada en la que el alma se forma en armonía con el mundo. Para Steiner, la fantasía no es un simple juego de la mente: es un lenguaje interior, un espacio en el que lxs niñxs exploran no sólo posibilidades creativas, sino también verdades profundas del ser. En sus planteamientos, el pensamiento abstracto debe esperar; en cambio, las imágenes ricas, los cuentos, las metáforas, y las representaciones simbólicas son herramientas esenciales para el desarrollo de la conciencia.
En la educación Waldorf, la literatura infantil no tiene fines moralizantes ni didácticos inmediatos. Los cuentos de hadas, por ejemplo, se consideran alimento anímico, no por lo que enseñan explícitamente, sino por los arquetipos que despiertan. El lobo, la bruja, el bosque o el hada no son personajes decorativos, sino imágenes vivas que ayudan al niño a ordenar su mundo interior.
Montessori: imaginación al servicio del descubrimiento
María Montessori, aunque con un enfoque diferente, también reconoció el papel fundamental de la imaginación. En su pedagogía, se distingue entre fantasía e imaginación: la primera es vista como una proyección libre que se desarrolla más plenamente después de que el niñx ha establecido una base sólida en la realidad. Sin embargo, esto no significa excluir lo fantástico, sino comprender que el juego imaginativo surge con mayor fuerza cuando hay un contacto sensible con el entorno.
La educación Montessori pone énfasis en el asombro: presentar el universo, la naturaleza y la historia de manera que despierte la admiración. Así, la fantasía se activa no como escape, sino como ampliación de la experiencia. Para Montessori, la imaginación permite a lxs niñxs no sólo imaginar mundos posibles, sino también comprender mejor el suyo.
Escuela activa: jugar para comprender
La escuela activa, inspirada en figuras como Decroly, Dewey y Freinet, pone al niñx en el centro del proceso de aprendizaje, y considera el juego —especialmente el juego simbólico— como una vía legítima de conocimiento. En este contexto, la literatura fantástica, el teatro infantil, las fábulas o los relatos mitológicos son formas de expresión que permiten al niñx representar conflictos, explorar emociones y ensayar soluciones.
A través de los relatos fantásticos, lxs niñxs pueden enfrentar miedos, explorar deseos y negociar con lo desconocido. La bruja de un cuento puede ser el miedo a lo nuevo; el héroe que se pierde en el bosque, la experiencia de crecer. El juego, como el arte, permite simbolizar lo real para comprenderlo mejor. Por eso, negar la fantasía en la infancia es negar un lenguaje con el que lxs niñxs traducen el mundo.
Literatura e infancia: una alianza formativa
La literatura infantil, sobre todo la que recurre a lo fantástico, no está diseñada solo para entretener. Es una forma de pensamiento simbólico que prepara al niñx para enfrentar la complejidad del mundo. Autores como Gianni Rodari han defendido el valor subversivo de la fantasía: crear mundos imposibles permite imaginar mundos mejores. Y en una sociedad donde muchas veces se impone la lógica de la obediencia y el rendimiento, la fantasía enseña a dudar, a imaginar alternativas, a preguntarse “¿y si…?”.
La fantasía, cuando es bien acompañada por los adultos, abre espacios de libertad. No es un consumo pasivo, sino una creación activa: lxs niñxs que escuchan cuentos, inventan personajes o imaginan mundos, no están escapando de la realidad, están practicando una forma profunda de habitarla.
Conclusión
La fantasía es una herramienta educativa, emocional y cultural indispensable. Nos permite imaginar otras formas de vivir, nos entrena para la empatía, y fortalece la capacidad de reflexión y creación. Desde Steiner hasta Montessori, desde las escuelas activas hasta la literatura contemporánea, se reconoce su poder formativo. Defender la fantasía en la infancia es defender la posibilidad de un futuro más libre, sensible y humano.