(1975-2025)

Compartimos el inicio de su novela que envió para dictamen bajo el título Border
No sé ser hija
(ese oficio con el que nos tiran al mundo)
53. Partida (en dos)
…nalmente, digo para mí).
aunque me cueste mi nombre
Pateando a la estación de tren. A diez cuadras. Arrastro mi biografía en la maleta desvencijada de Rut que se va esquilmando con cada paso de equilibrista de mis pies de marmota. Estoy pesada por dentro.
Arponearla y correr.
Soy piedra.
A mitad de una ruta que se divide. Decido. El trayecto para llegar más rápido a la estación es por un tramo de tierra de unos cuantos metros.
Despellejándome la corteza, arrancándome ese tejido necrótico.
Decido. A costa de destrozar la valija. Me ne frega. El cerebro momificado, sin irrigación. Una lápida de mármol blanco. Sin lugar para un mísero pensamiento.
Bifurcada, partida en dos. La casa y yo. Mi madre y yo.
Escucho su murmullo
Los ojos de Abigail, mi hermana, como dos bolas de acero con un grillete atado a mis tobillos. Yo, en el marco, iluminada por una claridad mortecina. Retardando cada paso. El objetivo es borrar rápido el eructo de la puerta al evacuarme.
Eyaculada de ese cotolengo.
un vértigo de alucinado
La mariposa cuatro espejos, navaja de obsidiana, muta en polilla nocturna. Se viene un chaparrón. ¿Se viene o se huele? Se me empalma la nariz de mi madre. Lo que me huele ella es la nuca mientras escapo. En mi huida, le clavo un cuchillo en la garganta. Y me las pico.
Me niego en
Ella, mi madre, estableciendo mis necesidades, de acuerdo con una evaluación muy distinta al de otros papás. Distinto, quizás de lo que considero una madre benévola, esa construcción que nos machacan los maestros desde el jardín. La idílica imagen reflejada en el típico recurso sintáctico donde “mi mamá me mima” y “mi mamá me ama” y “yo amo a mi mamá”, me devuelve la brecha, el agujero negro, la otra orilla.
Sin escuchar ni pedir opinión. Necia, impulsiva y arbitraria.
llevándose el mundo
Incomprensión e injusticia. Me acerco despacio a su ejecución. A gusto, revolcándome en mi berrinche y planificando la consumación de sus pequeños días.
Huyo de mi madre acribillada por
La maleta como un ancla.
arrepentida ya?
Sublevada.
Escapándome de ese cuarto feo y vetusto que comparto con mis hermanos y mi abuela. Lóbrego y privado de ventanas. Con una extraña e impráctica comunicación al único baño, descascarado y húmedo.
oraciones inconexas se van tejiendo
Apartarme de esos techos altos donde los maullidos malévolos de Yolanda predisponen al mal genio, penetrando el reposo curado de humores, sudoraciones y pedos atascados. Un quebrantar el anochecer pacífico de respiraciones superpuestas para convertirlo, indefectiblemente, en un vértigo de alucinado, en un naufragio catastrófico.
que dejen de reptar su vestido como telarañas
Escucho aún su murmullo agudo, una letanía, un monólogo de radio en el patio de otra manzana del barrio. Me acompaña ahora, mientras me voy distanciando.
He pasado mil veces por estas veredas camino a la estación. Ninguna como ésta. No será la última pero el desarraigo es inminente.
bichos rastreros al pasar por el cuarto rumbo al baño.
Balbuceos de una arpía presa en su psicosis ancestral: tiro del carro, ayuda, malagradecidas y holgazanas, achaques en la espalda, durmiendo, mucha joda, el hambre y las ganas de comer.
Deambulo como un autómata. Las calles pasan a la velocidad del rayo. Las oraciones inconexas se van tejiendo con los hilos ulcerados de su delirio. La voz de mamá.
llevándose el mundo
Piel de gallina
Una catarata de blasfemias y reproches varios. Un constante despertar en un santiamén, un estado de alerta, un despabilarse de adrenalina, en un periquete, y un ponerse a trapear lo que sea con tal de que ella nos vea en acción. A nosotros, sus hijos.
Me cago en
Un hastío de frases hechas, iteración de escenas sobreactuadas por una actriz de tercera. Un lugar que, de tan común, aburre.
Me apanica que me descubra antes de llegar a la estación, que esas tanzas de su desequilibrio me aten los pies y me jalen al vestíbulo de los círculos dantescos.
Mamá llevándose el mundo por delante.
Arponearla y correr. Taparle su nariz de sabueso. Que ni me vea ni me huela ni me escuche más. Ni yo a ella.
Ella y yo. Combate perpetuo entre lo que espera de mí y mi resistencia a.
¿Cuánta distancia deberá haber
Rechazar lo que ella fantasea que soy. Porque no logro reconocerme ni encajar en esas reacciones que ella, exagerando, afirma que tengo.
¿O arrepentida ya? Pesada.
Soy, en mi propia creencia y en mi resistencia a constituirme por la mirada de. Y la suya, aunque amorosamente desquiciada, tampoco es real, y mi imagen, bajo su lente, dista de ser —como longitud incalculable— yo.
Me niego en ella.
el desarraigo es inminente.
Soy, despellejándome de esa corteza mientras avanzo como chiflada sin siquiera un catre donde echarme. Dejando un reguero de su líquido amniótico como piedritas indicando el sendero correcto a.
Temiendo
Porque en la proscripción de esa que ella imagina que soy, me fundo en el no. Única. Anulada en el mí/yo de ella. Rebelde en su deformación de mí, resistente a la voz que me otorga.
¿Pero soy yo o es ella hablando?
¿Cuánta distancia deberá haber entre nosotras para sentirme a salvo?
Dos rutas a la terminal. Elijo la corta, la de tierra, donde sufren los colgajos de mi maleta. Y mi paz interior.
Partida en dos. Negándome en ella, me enaltezco. Sublevada.
Soy siendo opuesta a su ambición. Y siendo lo que no desea que yo sea, repudio de ella.
Me cago en vos, mamá.
Y el cuero con que mi ella ha desfigurado mi carne se me pudre, aun siendo yo su propia sangre. Ese traje a su medida que contiene mi sustancia como un caparazón.
Despellejándome la corteza, arrancándome ese tejido necrótico.
Soy piedra. Alisada por el zonda que devasta mi yo.
también está ese otro apetito, vetado, que me desciende a esos círculos aberrantes temidos por Dante.
Aborrezco reflejar lo que vos deseás que yo sea.
Dejar de oler
un cuchillo en la garganta. Y me las pico.
No hay luna al enfrentarme a la boletería. Piel de gallina del frío y del susto.
el aroma de la maquinaria
Arrastro valija, bolas y grilletes, madre, puñal y frustración. Me cago en vos
Pero digo, para mí. Estoy fuera de esa puta casa,